Íngrima
Ella
danza solitaria en un rincón húmedo y oscuro. Sus pies están descalzos y sus
vestidos sucios y mojados. Su piel es lívida, sus mejillas que alguna vez
fueron coloridas se encuentran demacradas y sus ojeras resaltadas. Su cabello
se encuentra enmarañado en miles de nudos distintos, pero ella es tan bella
como cuando conoció el sol por primera vez.
Ella
siente que baila, pero sus movimientos son descoordinados entre las paredes
oscuras, mas ella percibe un instante de felicidad en aquellas piruetas. Su
regocijo es efímero, porque una sustancia venenosa recorre sus venas, y ella
sabe que no siempre fue así.
Su
nombre es Íngrima.
Así,
como su nombre lo dice, ella vive encerrada en un mundo de tinieblas y empañado
de lágrimas. A veces sonríe, cuando la felicidad le llega a pinceladas. Incluso
la he visto asomarse a la ventana, sin embargo cuando la luz se adhiere a sus
ojos dormidos ella chilla y cierra las cortinas.
Una
mañana, la vi sentada en el borde de su cama, y en sus ojos pude ver el vacío
más inmenso del mundo. Es irónico decir que el vacío es enorme, porque es la
nada. Pero había días es que Íngrima no sentía, no lloraba. A veces su cuerpo
flotaba pacíficamente en medio de la habitación y otras era como verla caer por
un abismo, era como estar en medio de un valle de nada.
Hay
días mejores en que la felicidad vuelve a acariciar sus moretones y peina su enmarañado
cabello e Íngrima trata de no ocultarse del sol. Veo el esfuerzo en sus piernas
delgadas y en sus brazos que se aferran a la vida; sin embargo la oscuridad y
el aire viciado de su cárcel interna la derriban. Íngrima cae de nuevo a su universo
de nebulosas grises.
A
ella le da miedo el mundo, el de nosotros. Y les juro que trato, con todas mis
fuerzas de buscar el verdadero mal que acosa a Íngrima. Algunos me dicen que es
una culpa que la engulle, otros me dan reprimendas y me dicen que la deje en
paz, que ella ha escogido esa vida. Yo estoy seguro que ella no se ha rendido y
que ella no decidió que las penas inundaran su corazón destartalado.
Hoy
la he visto escribir versos de amor en la pared de su habitación. Veo como el
agua llena de amargura empieza a subir, primero al nivel de sus tobillos y poco
a poco la va consumiendo. Y le digo con todas mis fuerzas que recuerde quien es
realmente.
No
siempre has sido Íngrima.
Y
deseo con todas mis fuerzas que todas las íngrimas del mundo recuerden quienes
son.
Que no son el reflejo de un cuento, que no están solos. Que en el mundo
hay narradores que cuidan de ti y que te buscan.
No estás solo.
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